martes, 30 de septiembre de 2014

Insolencia indi en cine CF

9 nombres propios para la ciencia-ficción del futuro





Las nuevas tendencias en el cine de ciencia-ficción, especialmente las relacionadas con los bajos presupuestos y su replanteamiento de los códigos narrativos y visuales del género, llegan avasalladores, imponiendo su insolencia indie incluso en los grandes presupuestos. De ese modo, hasta películas como la última de Christopher Nolan, 'Interstellar', que ha precisado de la movilización de tres productoras para conseguir ser financiada, se empapa de ese ritmo cadencioso y contemplativo de los independientes. Y a la vez, tal y como demostró Gareth Edwards con 'Monsters' y como hacen algunos de nuestros nueve nombres destacados, el cine independiente se deja contagiar por el coqueteo con la grandilocuencia del CGI.
Vivimos tiempos convulsos para los resortes narrativos de la ciencia-ficción: estos nueve nombres te pueden ayudar a atisbar por dónde se moverá ese futuro.

William Eubank
The Signal'The Signal' (2014) | William Eubank


Dueño de un estilo estético altamente estilizado, con una fotografía o composición de planos cuidadosísima, ha sido director de fotografía de una buena cantidad de películas de todos los géneros, que siempre se han movido en los márgenes de los presupuestos mínimos. Su debut en la dirección, 'Love', fue un encargo de la banda de rock alternativo Angels & Airwaves, que también produjeron la película y compusieron la banda sonora.
Se trata de una reflexión sobre las conexiones emocionales entre los seres humanos, desatadas cuando un astronauta se pierde en el espacio. Se trata de una peculiar y tranquila muestra de ciencia-ficción metafísica, influída por clásicos como 2001: 'Una Odisea en el Espacio', la reciente 'Moon' y los propios estudios universitarios de cosmología de Eubank.
Su segundo largometraje, estrenado en 2014, es 'The Signal', otra muestra de ciencia-ficción indie excelentemente recibida en Sundance y que cuenta cómo tres amigos son aislados en una zona cerrada por un agresivo hacker. Pronto comienzan los experimentos mentales, los contactos con alienígenas y el no saber qué es real y qué no. Eubank es el ejemplo perfecto de que, gracias a las nuevas tecnologías de filmación y edición digital, el cine indie de género ha dejado de ser sinónimo necesario de estéticas descuidadas.


James Ward Byrkit
Coherence' (2013) | James Ward Byrkit


Con solo una película dirigida (aunque escribió la historia de 'Rango' y un interesante corto de ci-fi meditabunda llamado 'Fractalus'), ya se ha convertido en un nombre imprescindible para la ciencia-ficción de los próximos años: su 'Coherence' cuenta cómo un grupo de amigos que están en una apacible (aunque algo tensa) cena notan que la realidad no es lo que era después de que un cometa pase sobre ellos.
Pronto empiezan a recibir pistas de que podrían estar sumergidos en una realidad paralela. Aclamada en el Austin Film Fest del año pasado, 'Coherence' no tenía previsto ser una película de ciencia-ficción: los actores fueron improvisando la historia según avanzaba el rodaje.
Una prueba del potente poder evocador de una buena y sencilla historia de ci-fi sin necesidad de efectos especiales.


Neil Johnson
Starship Rising' (2014) | Neil Johnson


¿No sabes quién es el fascinante Neil Johnson? Es uno de los autores más hiperactivos y prolíficos de la industria, pero sigue siendo un casi total desconocido. Obseso de la ciencia-ficción, subsección space opera, desde muy temprana edad, rodó cuarenta videoclips llenos de efectos digitales rudimentarios, la mayoría de ellos sin cobrar, para hacerse un nombre y empezar a crear sus propios largometrajes, seis hasta la fecha.
Todos ellos rebosan razas alienígenas exóticas, planetas de colores, naves espaciales digitales, explosiones en el espacio y muchos, muchos efectos figitales. La primera, 'Demons in My Head', de 1997 está acreditada como la primera película con efectos digitales de la historia. Su 'Battlespace', de 2003, incluía más de quinientos planos de sofisticados efectos CGI antes de que Hollywood se lanzara en plancha sobre ese nuevo canon. Ha creado un universo fictio propio por donde pululan los Nephilim, una maquiavélica raza alienígena que quiere acabar con la humanidad.
Solo en 2014 ha arrancado la saga 'Starship', con dos entregas ('Rising' y 'Apocalypse') mientras ultima una película más, 'Death Machine', y filma su película más sofisticada y compleja hasta la fecha, 'Nobility', siempre dentro de los límites de la ciencia-ficción rebosante de efectos especiales y con presupuestos ridículos.


Los Wachowski

Ya, ya, estos no tienen nada de recién llegados, pero si hay un par de directores que película a película han ido demostrando una creatividad estética y temática fuera de toda duda, esos son los Wachowski. Y no solo como directores: produjeron una digna adaptación de 'V de Vendetta' cuyo impacto social está fuera de toda duda y revitalizaron el cine de ninjas con 'Ninja Assassin', cosa por la que ya merecerían todos nuestros respetos.
Pero además dieron el campanazo con la monstruosa franquicia 'Matrix', que supervisaron en todas sus encarnaciones, y que a pesar de sus altibajos es un extraordinario ejemplo de narrativa transmedia, experimental y con múltiples aciertos a todos los niveles (ya, que no te gustó la tercera; igual el problema es tuyo, ¿eh?... podría ser). Y crearon con 'Speed Racer' un experimento plástico absolutamente único y que aún espera el reconocimiento que merece.
Tras un leve traspiés con 'El atlas de las nubes', los Wachowski regresan a la ciencia-ficción más canónica con 'Jupiter Ascending', cuyo flamante trailer pone sin miedo las cartas de la space opera más desfasada sobre la mesa: extraterrestres, naves, trajes disparatados, acción más grande que la vida... y una mujer haciendo el papel del clásico Elegido. Si la jugada les sale a Andy y Lana Wachowski tan bien como 'Matrix', podemos estar a las puertas de un estimulante cambio de paradigma en el género.


Mike Cahill

Jovencísimo pero ya experimentado director que después de grabar un par de documentales sobre música para Sundance (acerca de Leonard Cohen y The Police), se embarcó en una de las películas de ciencia-ficción más comentadas de los últimos tiempos. Se trata de 'Otra Tierra', una apacible fábula sobre la posibilidad que una Tierra paralela nos ayude a enmendar nuestros errores. Planteado como un drama romántico ligero, el componente de ciencia-ficción es sutil, casi imperceptible, lo que sin duda define muchas de las recientes producciones indies de género.


I origins' (2014) | Mike Cahill


Su nueva película, 'I Origins', parte de un acercamiento ciertamente distinto a los códigos de la ciencia-ficción, aunque también contiene trazas de drama romántico: un biólogo molecular hace un descubrimiento en las retinas de los ojos humanos que le puede dar la razón definitiva que acabe con los argumentos creacionistas, lo que le sumerge en una espiral de teorías y discusiones que la película va desgranando con todo detalle. Con el ritmo propio del cine independiente más verbal, las primeras películas de Cahill conforman una de las voces más singulares de la nueva ciencia-ficción independiente.


Aeneas Middleton


Otro misterioso estajanovista de la animación digital y los presupuestos infrahumanos, que prepara una cantidad absolutamente enloquecida de proyectos para los próximos años: acabar su franquicia de minicortos Defusion, que consta de cinco partes, e iniciar la saga de largometrajes Cranium Intel, basada en una serie de novelas autopublicadas y que se extenderá con Cranium Intel (2016), Cranium Intel: Magnetic Contamination (2018) y Cranium Intel: Magnetism X.3 (2020), a la que se sumará una cuarta aun sin fecha.
Sabemos lo que estáis pensando: esto no tiene ningún valor, no es más que un demente encerrado en casa y generando CGIs baratos con After Effects. A lo que nosotros respondemos: en efecto. Tiene exactamente esa pinta. Pero estamos aquí para advertir sobre posibles futuros iconos de la ciencia-ficción y, eh, aún no podemos juzgar sobre su talento, pero... ¿una trilogía de space operas en cinco años? ¡Al chico no le falta entusiasmo!


Veronica Roth

Podría ser la próxima creadora de fantasías generacionales gracias al éxito de su serie de libros'Divergente'. De momento, esta joven novelista nacida en 1988 ya ha vendido una trilogía de tochos a Hollywood que cumplen todos los requisitos oficiales: títulos rimbombantes, prosa muy digestiva, romances para adolescentes, ritos iniciáticos, repartos corales y jugueteo temático con la ciencia-ficción distópica. Nos suena, ¿verdad?


En este caso conocemos una Chicago del futuro que agrupa a las personas en cinco facciones que intentan erradicar los males que llevaron a la sociedad a una terrible guerra: Cordialidad, Erudición, Verdad y Osadía, enfrentados respectivamente a la agresivididad, ignorancia, engaño, egoísmo y cobardía. Una ceremonia a los 16 años obliga a los adolescentes de la ciudad a elegir facción o convertirse en un paria.
Neil Burger, director de 'Sin Límite', se ha encargado de adaptar la primera entrega en una trilogía que no está arrasando en taquilla tanto como 'Los Juegos del Hambre', pero sí lo suficiente como para que la industria literaria y cinematográfica estén muy atentas a los próximos pasos de Victoria Roth.


Christopher Nolan

Otro nombre que no es precisamente un desconocido, aunque sí un recién llegado a la ciencia-ficción más pura. Aunque 'Memento' e 'Inception' tenían algo de la fantasía cerebral de los buenos relatos del género, carecían de su parafernalia visual, y Nolan ha decidido dar ese salto con 'Interstellar', una producción que muchos dicen que podría cambiar la faz del género si se convierte en un éxito que trascienda más allá de los círculos de fans.


Interstellar' (2014) | Cristopher Nolan

Con trazas de ciencia-ficción dura y el manejo de conceptos que nunca se han tratado en el cine, 'Interstellar' cuenta cómo el descubrimiento de un agujero de gusano que podría conectar distintos puntos del espacio-tiempo revoluciona a un grupo de exploradores, que sienten que podría cambiar nuestro mismo concepto del cosmos, y de ese modo, salvar a una humanidad enfrentada a la extinción. Protagonizada por Matthew McConaughey y Anne Hathaway, Nolan llegó a cursar estudios universitarios sobre relatividad para documentarse escribiendo el guión, así que, guste Nolan o no, podemos estar ante un golpe de timón sin precedentes para la ciencia-ficción.


Gareth Edwards

Con una carrera aún incipiente, su salto de los márgenes de la independencia mediana a primerísima fila de los prespuestos mastodónticos ha sido espectacular, y sin duda está ayudando a perfilar una ciencia-ficción blockbuster con cierta clase.


Godzilla' (2014) | Gareth Edwards

Después de su 'Monsters', en la que encuadraba un romance en un apocalipsis kaiju que casi siempre transcurría en segundo plano, se ha encargado de 'Godzilla', un remake complicado, lleno de concesiones, pero que logra finalmente su propósito de presentar monstruos gigantes curtiéndose el lomo, personajes humanos que interesan mínimamente y experimentación plástica con algo de sustacia.
Su siguiente paso, aparte de la inevitable secuela de Godzilla para 2018: dirigir un spin-off de la renovada franquicia de Star Wars, aún sin título, y en la que si inyecta su indudable sello personal, puede servir para que corra un poco el aire en una de las sagas más codificadas y poco receptivas a la innovación dentro del género.



Tomado de http://www.xataka.com/otros/9-nombres-propios-para-la-ciencia-ficcion-del-futur

viernes, 26 de septiembre de 2014

Pablo Capanna

Homenaje a Pablo Capanna


Sábado 27 de septiembre 17 hs.


Biblioteca Nacional
Agüero 2502 (subiendo por la rampa)



Sala Juan L. Ortiz (3° piso)

Entrada libre y gratuita


Con motivo de la reedición de su libro Cordwainer Smith: el Señor de la Tarde , y de su traducción al inglés, se realizará un homenaje al filósofo y ensayista Pablo Capanna. Participarán Gillian Pollock, Marcial Souto, Carlos Gardini, Luis Pestarini y el homenajeado.
Nacido en Florencia en 1939, reside en Argentina desde los diez años. Publicó quince libros de ensayo que analizan desde la obra de Andréi Tarkovski hasta la mitología del siglo XX, pasando, sobre todo, por sus estudios sobre la literatura de ciencia ficción y sus autores. Suyo es el primer ensayo sobre el género en lengua española, El sentido de la ciencia ficción (1966, reedición ampliada en 2007). También ha escrito obras sobre Philip K. Dick, J. G. Ballard y Cordwainer Smith.
La mesa redonda estará centrada en la relación de Capanna con la ciencia ficción. Los participantes son Carlos Gardini, escritor y traductor; Marcial Souto, director de la recordada revista El Péndulo ; Gillian Pollock, editora de Cordwainer Smith: Lord of the Afternoon . Coordina Luis Pestarini, director de la revista Cuásar .

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Escribir para mutar el código de lo real

RAROS DE AGOSTO

Mario Levrero y los pájaros

Mario Levrero. (MONDOMAD.COM)
El escritor uruguayo viene de los silenciosos, periféricos barrios de la publicación independiente adonde hay que ir a buscar algo de lo mejor o lo menos domesticado de la literatura escrita en español.


Si hay una teoría de clases aplicada a la literatura, pocos la formularon mejor que Thomas Disch, el autor de ciencia-ficción (además de poeta y suicida): "Vengo del barrio equivocado para venderle algo a The New Yorker", comentó. "No importa lo bueno que sea como escritor, ellos siempre pueden oler de dónde yo procedo."En La novela luminosa, su libro póstumo, Mario Levrero (Montevideo, 1940 - 2004) cuenta que ha tenido un sueño en el que está de visita en casa de su tocayo, Mario Vargas Llosa. Escuchan música: "una de esas piezas jazzísticas pretenciosas", apunta Levrero. En el sueño Vargas Llosa tiene "esa presencia elegante de los peruanos aristocráticos" que hace que el escritor uruguayo se sienta como de una clase social inferior.
¿De dónde procede Mario Levrero? Desde finales de los años 60 estuvo apareciendo en pequeñas editoriales de Montevideo y Buenos Aires; viene de los silenciosos, periféricos barrios de la publicación independiente adonde a cada rato hay que ir a buscar algo de lo mejor o lo menos domesticado de la literatura escrita en español.
Los lectores de ciencia-ficción (pero no todos) estaban al tanto de sus novelas y relatos. Se citaba su nombre al hablar de cosas esquivas e inciertas como "el fantástico latinoamericano". Se hizo habitual mencionar cierta proximidad con Kafka, a partir de la trilogía que inicia La ciudad (1970) y continúan París (1980) y El lugar (1982). La máquina de pensar en Gladys, otro de sus libros, veía la luz al mismo tiempo que La ciudad en una colección llamada "Literatura Diferente".
Llega la última década del siglo pasado y ya Mario Levrero parece estar de vuelta de todo. Ha firmado extraños folletines —Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo (1975), La Banda del Ciempiés (1989)— y guiones para cómic. Se ha dedicado incluso a la creación de crucigramas (quizás ya un adelanto, una variación, de la escritura en el vacío). Entonces comienza su "etapa autorreferencial", el último y definitorio giro de su obra.
Luego de El discurso vacío (1996) y, sobre todo, La novela luminosa (2005), ocurre lo que todos sabemos: la popularidad de Levrero se dispara en el concierto de la crítica. Llegan las reediciones trasatlánticas. Las contraportadas y las notas de los suplementos literarios abundan en calificativos como "raro", "inclasificable", "de culto", y otros términos que suelen funcionar como mantras para hacer más legible a un autor, para metabolizarlo.
Sin embargo, a casi diez años de su muerte, continúa en suspenso la cuestión de la herencia de un escritor tan mutante como Levrero. No deja de ser interesante preguntarse si los límites que rozó en sus últimos libros, la altura a la que puso el listón (que en su caso sería más bien una altura a ras del suelo, como de salto a otra dimensión), proyectan alguna clase de destino secreto dentro de la literatura hispanoamericana de este siglo.
Caligrafía contra la depresión
El discurso vacío es un diario donde Levrero consigna la marcha de su "terapia grafológica": un método, nos dice, que le sugirió un amigo loco. El escritor se propone combatir su trastorno de ansiedad y su desmoronamiento depresivo mediante la práctica de una buena caligrafía. La idea es que la energía positiva fluya de la mano que escribe a la estructura psíquica del individuo.
Desde luego, no es tan sencillo. Es como un ejercicio zen: hay que escribir atendiendo únicamente a la letra, sin prestar atención a lo que se está escribiendo, porque esto último genera narración, es decir, neurosis. El uruguayo pronto se da cuenta (a lo mejor porque no está dibujando caracteres chinos) de que su prosa caligráfica tiende siempre hacia la prosa narrativa. El discurso vacío es, entonces, el relato de esa tensión, de esa puesta en guardia con los contenidos flotantes del discurso, que son los contenidos supuestamente banales de un diario: el entorno doméstico y sus interrupciones, los recuerdos, los sueños, la introspección vital...
Y he aquí que de pronto nos dice Levrero: "En los últimos años, compruebo sistemáticamente que cada vez que me pongo a escribir algo como esto que he comenzado a escribir, algo sucede con los pájaros". A continuación nos cuenta que su perro, sobre el que había estado escribiendo en días anteriores, acaba de aparecerse con un pájaro muerto en la boca. (Una escena, por cierto, que parece sacada de una historia de terror de Stephen King, de esas en que el héroe es escritor.)
Algo sucede con los pájaros. Esta frase pudiera servir de título alternativo a La novela luminosa (2005), libro que Levrero redactó al amparo de una beca Guggenheim —el único reconocimiento de importancia que recibió en su vida, casi al final de su vida— entre los años 2000 y 2001, y de cuyas quinientas y tantas páginas apenas un centenar pertenecen al proyecto original de "novela luminosa"; constituyen solo un apéndice de la verdadera (y brillantemente oscura) novela: el "Diario de la Beca".
Otra vez el diario. Obtuvo una beca para escribir, así que Levrero va a escribir lo único que es posible escribir. Lo único que tiene, lo último que le queda. Y, como en El discurso vacío, esta actividad va estar asociada a la disfunción, va a conectar la disfunción literaria con el cuerpo que mueve la pluma. La beca ("Estimado Mr. Guggenheim, creo que usted ha malgastado su dinero", así empieza una entrada de este diario), como antes la caligrafía, es el pie forzado para un ejercicio de psicoterapia autista.
Escribir para que los pájaros vengan a morir
Leer La novela luminosa es hacer un viaje al interior de Levrero, seguir la ruta de una de sus cápsulas antidepresivas. Apenas nos movemos del piso donde vive, donde imparte talleres ("todos mis alumnos escriben mejor que yo"), donde reptan por la paredes sus manías, obsesiones, fobias, síntomas de toda clase.
Asistimos a sus esfuerzos por escapar de lo que él llama la "zombificación". Por mantener a raya una devastadora adicción a la computadora: verdadero agujero negro donde Levrero, ya lejos de la ciencia-ficción, se pierde buscando porno en internet ("esa maravillosa abundancia de japonesitas desnudas"), jugando solitarios madrugadas enteras, craqueando softwares ajenos o programando los propios. Por superar otra adicción: a una mujer. Por no volverse loco, en definitiva.
Mientras tanto, un grupo de palomas empieza a frecuentar la azotea vecina. Una de ellas muere. Día tras día, el escritor observa el cadáver de la paloma, estudia a las otras palomas que revolotean alrededor. Levrero —entre las excentricidades de su bibliografía figura también un Manual de parapsicología— refuerza su teoría de que esas palomas están ahí por él, son consecuencia directa de lo que él está escribiendo.
Es una idea interesante: intentas fugarte del discurso, de la ficción, y entonces se altera la realidad. El vacío encuentra el modo de llenarse. Como si los contenidos narrativos, expulsados de la página, tuvieran que salir por alguna otra parte, bajo alguna otra forma, atravesando la membrana de lo real. Llevada hasta cierto punto, la escritura se parece a la magia negra.
Porque tal vez ya no basta con escribir "el libro", "la novela", ni siquiera "el diario": hay que apuntar más alto. Hay que escribir para que los pájaros vengan a morir a tu ventana. Si no, no vale la pena. Hay que escribir no para que otros lean tus líneas, sino para que tú mismo, al levantarte, puedas leer el efecto de tus líneas traspuestas como genes en el mundo que te rodea. Leer de otra manera el código de lo real. Mutarlo.
Yo, por el momento, me llevaré en la memoria dos frases de Mario Levrero.
La primera tiene que ver con ciertos arreglos eléctricos que estaba haciendo en su apartamento. Pero también está ahí el tema de las clases sociales aplicadas a la literatura:
"Mis soluciones suelen ser eficaces, pero generalmente son antiestéticas y parecen una forma de excentricidad. No es así: son las soluciones prácticas de un hombre pobre que debe arreglarse con lo que tiene."
La segunda, creo, pudiera servir hoy de pórtico a toda literatura que se respete:
"Lo importante ahora es salir del estado catatónico. No importa que la salida no sea elegante."