Por Paula Salmoiraghi
Volver al rincón y no aceptar
volver al rincón.
No dar autoridad a
quien nos envía al rincón:
–Éste no es el rincón.
Éste
es el centro del mundo.
Con sólo deslizar
la yema de mis dedos por esta pantalla
puedo abrir
el pórtico de inscripciones milenarias
que me llevará hacia el país
donde soy a la vez la reina,
la dama guerrera,
la diosa de la fertilidad
y la mendiga
que conoce y no revela
todos los secretos.
1 comentario:
Muy bueno, Pau. Me gustó lo de "este no es el rincón, es el centro del mundo". La subjetividad, que le dicen, je.
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