domingo, 10 de noviembre de 2024

Ausculta el pulso de su tiempo para transmutarlo en poesía

 

Roberto Chuit Roganovich: “La ciencia ficción es un gran ejercicio de pensamiento”

  • El martes ganó el Premio Clarín Novela con las 350 páginas de Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores.
  • Tiene 32 años, dos libros publicados y premiados, es becario doctoral del Conicet y docente.
  • En esta entrevista, recorre sus influencias y cifra las incertidumbres de su generación.

Roberto Chuit Roganovich: "La ciencia ficción es un gran ejercicio de pensamiento"Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.
07/11/2024 15:13

  • Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.

  • Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.

  • Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.

  • Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024, firmando su contrato. Foto: Fernando de la Orden.

  • Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.

Llegó al café de Belgrano vistiendo la remera de su grupo de rock, Ox en Mayo Alto, y al rato ya estábamos hablando de sus autores preferidos, aquellos de los que se siente deudor, algunos de los cuales también lleva consigo adonde quiera que vaya. La desmesurada novela Los Sorias de Alberto Laiseca –“la más importante de la literatura argentina”– está tatuada en su cuerpo, de la misma manera que una cita del filósofo Baruj Spinoza. Decir que la literatura se ha hecho carne en Roberto Chuit Roganovich no es una hipérbole, así como no es exagerado decir que los mundos imaginarios que construye se nutren tanto de sus lecturas rigurosas y apasionadas como de las profundas angustias e incertidumbres de su generación.

Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.

Graduado en Letras, becario del Conicet, discípulo de Luciano Lamberti, a los 32 años, Roberto Chuit Roganovich ganó el Premio Clarín con su novela, Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores, que en sus 350 páginas abarca nada menos que la historia de la humanidad, desde el descubrimiento de América hasta un futuro, dentro de 1200 años, en el que se prefigura la extinción de nuestra especie en un planeta todavía vivo.

El centro de la ficción es una suerte de planta, un “bionte”, ser complejo, con rasgos del reino vegetal pero también con características de los hongos, capaz de metamorfosearse, expandirse y contraerse, aparecer y desaparecer, influir psíquicamente en el entorno y en las personas. Esta planta peculiar se extiende debajo de la corteza terrestre y emerge en distintos lugares del planeta, en momentos de guerra o genocidio.

–La trama desarrolla de manera paralela historias que transcurren en 1504, durante la llegada de los españoles a América; luego en 1888, ya concluida la Campaña del desierto en la Argentina –aunque la acción se desarrolla en Londres–, y en 1945, cerca del final de la Segunda Guerra Mundial, mientras un grupo de científicos de distintos países investigan la planta que ha hecho su aparición en la Patagonia. ¿Cómo te embarcaste en este proyecto hiperambicioso?

–Sin dudas, supe que era ambicioso, yo sabía que era un error ser tan ambicioso. Luciano Lamberti que es como mi padrino literario, siempre me empujaba a ser un poco más claro, más conciso. Pero también me encontraba pensando mucho en la Segunda Guerra Mundial y el conjunto de hitos en donde parece que emergió algo que no era necesariamente humano, una fuerza que se ejercía a través de nosotros como puede haber sido el genocidio aborigen, la campaña del desierto, o tirar una bomba en un pueblo civil (Hiroshima). Estaba obsesionado con el nivel de deshumanización al que podemos llegar, sin una conciencia humana que le ponga freno. La única que era paradójicamente consciente de esto que hacían los hombres es una planta que está debajo de todo, observándolo todo y viendo cómo la humanidad se desintegra a sí misma. Ella no es más que una veedora, cuya regla es hacer reproducir la vida. Entre el deseo de morir pero también de matar a alguien y la persistencia absoluta y constante de la vida está el problema de la novela, una vida que no precisa ser humana, la vida en el sentido más biológico del término.

–En tu novela se cruza la historia con el fantástico, la ciencia ficción, el gótico. Claramente, existe una intención no mimética, de apartarse del realismo. ¿En qué género la encuadrarías?

–Sin dudas es una novela de género, la crítica contemporánea podría incluirla en el new weird o nuevo extraño, que incorpora el fantástico y la ciencia ficción pero que sobre todo intenta alejarse del realismo porque considera que esta forma de tratar la palabra y las historias es unas de las pocas vías que tenemos para entender cuáles son las fugas ideológicas, los deseos y los temores profundos de la realidad en que vivimos. El realismo se encuentra agotado, en su vertiente clásica o como literatura del yo. La ciencia ficción, el terror, el fantástico, el new weird tienen una visión de conjunto, no hablan de una Madame Bovary que se siente encerrada en su casa y por eso pretende engañar a su marido. Es la literatura del futuro cercano. Tenemos muchas más preguntas que respuestas: no sabemos qué va a pasar con las nuevas guerras, con las pandemias, con la reestructuración del capital, con nuestros países. La ciencia ficción es un gran ejercicio de pensamiento, una suerte de antropología especulativa como decía Juan José Saer.

Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.

–¿Creés que este sentimiento de incertidumbre es lo que define a tu generación?

–Mi generación está muy atravesada por la incertidumbre, no es casual que Mark Fisher un filósofo británico que terminó suicidándose, se haya preguntado por la salud mental de los nuevos ciudadanos. Creo que nuestra incertidumbre laboral, económica, política hace que nuestra generación se encuentre verdaderamente perdida, somos todos polirrubro, politemerosos, poliamorosos porque no sabemos muy bien a qué centro biológico o espiritual atarnos. Algunos compañeros están encontrando una solución en el regreso al cristianismo, otros al pensamiento mágico y la astrología, otros a la militancia política. Reconocemos que la estabilidad de nuestros padres no es posible para nosotros y eso nos preocupa.

La conversación deriva hacia casos cercanos y Roberto comenta su propia situación: como becario del Conicet, no tiene aportes jubilatorios ni cobra aguinaldo. Pero, además, en la actual coyuntura, no sabe si va conseguir su beca posdoctoral, por lo tanto el futuro cercano resulta para él realmente incierto.

–Cuando ganaste el premio aludiste al tema de no poder realizar un parricidio, como generaciones anteriores que tenían que destronar a los escritores que los precedían. ¿Cómo es esto? ¿Se trata de no tener padres?

–Te diría que es todo lo contrario, nos sentimos hijos de la generación que nos antecede. No queremos ser como Di Benedetto o Piglia que querían matar a Borges, Borges que quería matar de alguna manera a Macedonio Fernández. Es bastante compartido por los escritores de mi generación el cariño que tenemos por Selva Almada, Luciano Lamberti, Federico Falco, Carlos Busqued, Samantha Schweblin, Mariana Enríquez, Camila Sosa Villada. Ellos no conocen nuestros nombres pero nosotros estudiamos sus textos como si fuesen, no solo el motivo por el cual nos emocionamos sino como si fuesen clases de literatura. Son la actualidad de nuestro pensamiento.

–Tu novela impresiona por la calidad de su escritura, por su vuelo poético. Apenas comienza se escucha una voz de otro tiempo, una voz oracular, es muy raro y tiene mucho atractivo para el lector. Después nos damos cuenta de que hay distintas voces, distintos narradores en distintas épocas. Es como si hubieras escrito varias novelas en una.

–La diversidad de voces tiene que ver menos con una destreza mía que con una forma muy palpable del cansancio. Me costaría mucho llevar adelante una novela de 350 páginas con una única voz narradora. Sabía que quería atravesar gran parte de la historia latinoamericana a través del terror, el fantástico y la ciencia ficción. Creo que me costó más intercalar esas voces que producirlas por separado. El problema verdadero de la novela fue el engranaje.

Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024, firmando su contrato. Foto: Fernando de la Orden.Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024, firmando su contrato. Foto: Fernando de la Orden.

–El primer narrador, en 1504, es una voz que le habla a Isabel la Católica que está enferma, ella es el único personaje histórico nombrado en la novela. El capellán que la acompaña tiene visiones de lo que sucede en América.

–Hace un tiempo vengo pensando mucho en el cáncer, me parece rarísimo porque se moviliza para reproducirse incluso al costo de matar a su huésped. Isabel muere de un cáncer y no la podía poner en América porque nunca estuvo allí, pero pensé que podía llevarla a través de un deán, o de un brujo, que a través de un hongo alucinógeno le va contando lo que sucede en América y ver si allí se puede encontrar la cura para su cáncer. Este deán narra en segunda persona, como cuando uno le cuenta un partido de fútbol a un compañero ciego, que es lo que yo hacía con un amigo mío. La segunda historia está narrada por un personaje del siglo XIX, Traverso que participó en la Campaña del desierto y viaja a Londres enviado por el gobierno argentino. Esa es la parte verdaderamente gótica del relato. Quise acercarme a la estructura del diario y de la novela epistolar, mi intención era construir la niebla de Londres, que para quienes nos gusta el gótico es fundamental.

Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.Roberto Chuit Roganovich ganador del Premio Clarín Novela 2024. Foto: Fernando de la Orden.

–Entre los personajes aparecen dos tipos de científicos: Herschel, en el siglo XIX, más oscuro y extremo, e Ishigata en 1945, más ético.

–El científico del siglo XIX estaba excesivamente enamorado de la ciencia bruta. Mientras que Ishigata ya es consciente de que la ciencia está determinada por proyectos políticos. Ishigata está muy acomplejado por la manera en que la ciencia se está utilizando. El napalm, el gas mostaza, la ametralladora a repetición, fueron invenciones creadas en orden a exterminar al otro. Ishigata reconoce el peligro de la ciencia desbocada. “El sueño de la razón produce monstruos”, como titula Francisco de Goya una de sus obras. Este personaje de Ishigata es el que está más cerca de los que personajes que trabaja el chileno Benjamin Labatut.

Dice que se identifica más con el personaje de Julia, descendiente de Ishigata, una voz desde el futuro, más melancólica. Las referencias al cine y la literatura siguen desgranándose en la charla: desde la filosofía en la biblioteca que heredó de su abuelo y sus viejos VHS de Carl Sagan (Cosmos) a la película Arrival, las primeras lecturas de Tolkien, Lovecraft y Chambers, la admiración constante por Borges, lecturas de Diego Muzzio pero también Mujica Láinez; Alberto Laiseca pero también Roberto Arlt y Marechal, Cormack Mc Carthy pero también Chéjov y Shakespeare. La enciclopedia vasta, ecléctica y personal de un escritor omnívoro, talentoso, inquieto, que ausculta el pulso de su tiempo para transmutarlo en poesía.


Roberto Chuit Roganovich básico

  • Nació en Córdoba en 1992. Es Licenciado en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba y actual becario doctoral del Conicet.
  • En el año 2022, su novela Quiebra el álamo ganó el Premio Futurock Novela 2022. En el año 2023, su colección de cuentos Todos los terneros y los pumas ganó el Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes.